Yajaira Almeyda Cárdenas / 3° Secundaria
A veces desconocemos
o simplemente evitamos involucrarnos en muchos de los casos en los cuales los
niños son agredidos física y psicológicamente por aquellas personas
responsables de su cuidado. Los niños que han sido víctimas de actos violentos
y maltrato físico pueden llegar a tener un futuro lleno de rencor, pero también
otros llegan a aprender a sobrellevarlo y tener una vida saludable y exitosa.
Lo preocupante es que, en su mayoría, estos niños tienen una sed de venganza
inmensa y nunca logran olvidar su pasado
lleno de golpes, de agresiones, incluso llegando a asesinar a aquellas personas
que tengan rasgos físicos semejantes a los de sus agresores, como es el caso de
Leopoldo Chacaliasa, personaje principal de la obra No les reces a los muertos del escritor peruano Lenin Solano Ambía.
A continuación, hablaremos del autor y del
caso que plantea en su obra; también reflexionaremos sobre las consecuencias de
la violencia infantil.
Lenin Solano Ambía
estudió la carrera de literatura y docencia en nivel superior en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos en Perú; además es magíster en Literatura Francesa,
titulado en la Universidad La Sorbona de París. Participó en el 2008 en el Encuentro
Nacional de Estudiantes de Literatura en Bucaramanga-Colombia. Es autor de los
libros: “Carta a una mujer ausente”, “No
les reces a los muertos”, “Cada hombre tiene un sueño” y “Cementerio Pére Lachaise”. Ha obtenido
la mención honrosa en el concurso de cuentos de
“Las mil palabras” de la Revista Caretas. Reside en París desde el 2009.
En No les reces a los muertos (2011), se cuenta la historia de Leopoldo
Chacaliasa, que es uno de los hombres más inteligentes y brillantes de la policía
nacional del Perú, condecorado por dos presidentes de la República por sus
grandes investigaciones y colaboración con la justicia; pero de nada le sirvió
tener grandes éxitos, porque echó todo a perder por no haber superado los
traumas sufridos durante su niñez por haber sido víctima de agresión brutal por
parte de su madrastra. Debido a ello, a las mujeres que, según él, eran malas
personas –y peor aún si estas casualmente eran físicamente parecidas a su
madrastra– las asesinaba. Para ello solo
utilizaba un fierro puntiagudo. Primero les reventaba a puñetazos los pómulos y
luego con el fierro les atravesaba el vientre. El gran general Chacaliasa fue acusado de cuatro asesinatos y
de intento de homicidio de su ex esposa; le esperaba una pena no menor a
veinticinco años de encierro en el manicomio; sin embargo, para evitar pagar sus crímenes y atrocidades,
Chacaliasa se tiró del cuarto piso de la clínica en donde se encontraba por las
graves heridas que sufrió el día de su detención.
Debido a los malos
tratos recibidos durante la infancia, los niños constituyen secuelas
psicológicas como una pobre autoestima. Se sienten incapaces, son tímidos y
creen que son inferiores. Además,
también se perturba el desarrollo fisiológico y social de la persona. Como
consecuencia, los niños maltratados son potenciales personas desadaptadas a la
sociedad, que llegan a caer en la delincuencia, en los asesinatos y presentan
un comportamiento antisocial durante la adolescencia y la adultez. Esto fue lo
que le sucedió a Chacaliasa, pero en la vida esto les puede suceder a todas las
víctimas. El hombre puede llegar a tener una mente macabra, pero quizá eso no dependa de él sino del pasado que
lo atormenta. Lo que sí depende de él es lo que haga después. Quizá nuestra niñez pueda definir nuestro futuro, el
maltrato puede ocasionar no solo un trauma sino la venganza que habita en la
víctima y esta se transforma en el agresor y crece como una cadena irrompible.
En conclusión, el pasado terrible que puede haber atravesado
un niño, podría ocasionar en él terribles consecuencias en el futuro; aunque no
necesariamente resulte de este modo. Siempre es necesaria y recomendable la ayuda
psicológica; pero recordemos que lo más
importante es la voluntad propia: si tú quieres seguir esa cadena irrompible o
simplemente no quieres afrontar las consecuencias de tus actos, terminarás
siendo un Leopoldo Chacaliasa. Quizá creemos que la muerte es trágica, la muerte enseña cosas muy duras
pero la vida nos enseña cosas aún más duras.
Lurín, sábado 12 de diciembre de 2014
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